viernes, 25 de abril de 2008

De comienzos

Cuando las cosas llegan a su fin, repasas los comienzos. Y en eso está mi cabeza este domingo de descanso: en los comienzos de historias que alguna vez leí.

“Llamadme Ismael. Hace algunos años- no importa cuántos precisamente—teniendo poco o ningún dinero en mi cartera, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que podría navegar un poco y ver la parte acuosa del mundo. Es una manera que tengo de disipar la melancolía y regular la circulación. Cada vez que la boca se me tuerce en una mueca amarga; cada vez que en mi alma se posa un noviembre húmedo y lluvioso; cada vez que me sorprendo deteniéndome, a pesar de mí mismo, frente a las empresas de pompas fúnebres o sumándome al cortejo de un entierro cualquiera y, sobre todo, cada vez que me siento a tal punto dominado por la hipocondría que debo acudir a un fuerte principio moral para no salir deliberadamente a la calle y derribar metódicamente los sombreros de la gente, entonces comprendo que ha llegado la hora de darme al mar lo antes posible. Esos viajes son, para mí, el sucedáneo de la pistola y la bala. (..) Pocos lo saben, pero casi todos los hombres, sea cual fuere su condición, alimentan en un momento dado esos sentimientos que me inspira el océano.”

Sí, yo también alimento esos sentimientos. Pero el océano que navegar no es el mismo para todos, ni la ballena blanca que perseguimos y obsesiona es siempre una ballena. Mi mar está entre otras páginas, en callejones de una ciudad cada vez más pequeña. Mi compañía no es Ahab.

Otro comienzo, más corto esta vez: “Nació con el don de la risa, la intuición de que el mundo estaba loco y ese era su único patrimonio” ¡Ay cuando la risa se transforma en la máscara de un Scaramouche cualquiera, cuando la intuición falla y le buscas sentido al mundo, y cuando dilapidas ese único patrimonio que posees: lo poco que puedes salvar en un naufragio (flotando sobre un ataúd salvavidas después de hundido tu barco)!

Dos ráfagas de un autor obsesivo y obsesionante: “Abril es el mes más cruel”, “Somos los hombres huecos/ somos los hombres de trapo”. En este abril cruel, siendo un hombre hueco. Un comienzo además de un encuentro: “¿Encontraría a la Maga?” (Sí, ¿la encontraría?, pero entonces). Un encuentro que da comienzo a la tragedia: “¿Cuándo volveremos a encontrarnos las tres en el trueno, los relámpagos o la lluvia?”

“¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia” Una historia de pesadilla, de un corazón delator.

“Con ardiente afán ¡ay! estudié a fondo la filosofía, jurisprudencia, medicina y también, por mi mal, la teología; y héme aquí ahora, pobre loco, que no sé más que antes” Una vida no vivida, un erudición estéril, y un alma en venta de un Fausto de saldo que compran Mefistófeles de provincias.

Y para terminar con los comienzos:

Eráse una vez, hace mucho, mucho tiempo...

lunes, 21 de abril de 2008

Sobre Shakespeare

Decía Dumas que “después de Dios, Shakespeare es quien más ha creado”, seguido muy de cerca por Dickens creo. Poco hay que decir de su vida, no perderemos el tiempo en cábalas “loonáticas” sobre la autoría de sus obras. Tampoco buscaremos en los hechos de su vida ninguna clave de sus obras. De nada sirve: es como intentar coger agua con un cedazo. De ese tema sólo nos quedaremos con una extraña paradoja: apenas conocemos nada digno de mención de la persona que ha creado los personajes más reales de la historia de la literatura.

Fue actor (lo que se llamaría un actor “de carácter”, consta su interpretación de padre de Hamlet, otra vuelta de tuerca de la obra más grande jamás escrita), escribió comedias y tragedias, dirigió su propia compañía de teatro. Nos dejó también una colección de sonetos y algunas poesías largas. Dicen que escribía comedias fácilmente, que la tragedia fue un género que tuvo que conquistar con esfuerzo, y que sin embargo prefería ser recordado por sus poemas “Venus y Adonis”, “La violación de Lucrecia”, etc.

Su mayor logro no fueron las tramas de sus obras, saqueos de la tradición o de Plutarco. Su mayor logro fue la creación de personajes “libres creadores de sí mismos”. Comenzando quizá con el bastardo Faulconbridge, tenemos a Falstaff y al príncipe Hal, Shylock, Rosalinda, Violeta, los Macbeth, Lear, Cordelia y Edmundo, Otelo y Iago, y sobre todo Hamlet. Un personaje tan grande que monopoliza la obra en la que aparece. Tan grande que da la sensación de poder escribir alguna de las obras del propio Shakespeare.

En próximos blogs me centraré en tres de sus obras: El Rey Lear, Macbeth y Hamlet. La elección es personal: prefiero sus tragedias a sus comedias porque se recuerda mejor lo doloroso que lo feliz, elijo ésas en concreto porque son para mi poco menos que una obsesión.


“Palabras, palabras, palabras” Pero busquemos siempre las mejores.


domingo, 20 de abril de 2008

Michel de Montaigne: El primer blogger

Michel de Montaigne(1533-1571) fue una gran figura del Renacimiento francés. En una época convulsa, la Francia de las guerras de religión, participó activamente en la vida política, si bien a su pesar. Pero serán sus “Essays” los que le harán pasar a la historia de la literatura y del pensamiento.

Con sus “Ensayos” inaugura un género, al menos en la concepción moderna. Son unos textos de extensión variable en los que se mezclan erudición, conocimiento del género humano y sobre todo, una gran honestidad intelectual. A pesar de su aparente estructura deslabazada, tienen como hilo conductor la presentación del “yo”. Pero no un yo cualquiera o genérico, es el “yo” de Montaigne el que se estudia, se disecciona y se nos ofrece sin ocultar nada. Tan pronto nos habla de su educación, como pasa a contar sus problemas de salud. Y mientras, ilustrado con citas de autores clásicos, se comentan ideas más generales sobre el ser humano, la ética, la educación, la religión, el conocimiento... No hay tema que no trate, pero nunca intentando aleccionar, sino exponiendo sus opiniones, sin reclamar para ellas más mérito que el de ser sinceras.

Su lectura, amena e interesante, nos permite conocer a Montaigne de manera más completa de lo que somos capaces de conocer a muchas de las personas que nos rodean. No sólo por su exahustividad, sino también porque sus ensayos no usan el lenguaje para ocultar ni mentir. Nunca trata de parecer mejor de lo que es. Tampoco se refugia en la falsa modestia. Parece decirnos: “Soy un hombre más o menos común, de una época histórica y una sociedad determinada. No busquéis más allá”

“No hay nada nuevo bajo el sol”, y así sus ensayos se ven continuados y yo diría que homenajeados aún sin saberlo, por los blogs que circualn por internet. Los hay personales, políticos, literarios, de casi cualquier tema que se nos ocurra. Exactamente lo que hacía Montaigne, escribir libremente sobre lo que se le ocurriera, tratando temas que ningún autor “serio” hasta entonces había tratado, o volviendo sobre otros que aparecían en sus lecturas o conversaciones.

Las motivaciones para escribir pueden ser muchas. Los resultados, dispares. Una de las razones por las que empiezo este blog es “ensayar” a la manera de Montaigne, aclarar y transmitir ideas, quizá encontrar alguna frase que merezca ser recordada. Y homenajear a un gran hombre que nos ha dejado una de las obras más grandes, más extrañas y sugerentes de la historia de la literatura.

Este es un blog de buena voluntad, lector.