lunes, 21 de abril de 2008

Sobre Shakespeare

Decía Dumas que “después de Dios, Shakespeare es quien más ha creado”, seguido muy de cerca por Dickens creo. Poco hay que decir de su vida, no perderemos el tiempo en cábalas “loonáticas” sobre la autoría de sus obras. Tampoco buscaremos en los hechos de su vida ninguna clave de sus obras. De nada sirve: es como intentar coger agua con un cedazo. De ese tema sólo nos quedaremos con una extraña paradoja: apenas conocemos nada digno de mención de la persona que ha creado los personajes más reales de la historia de la literatura.

Fue actor (lo que se llamaría un actor “de carácter”, consta su interpretación de padre de Hamlet, otra vuelta de tuerca de la obra más grande jamás escrita), escribió comedias y tragedias, dirigió su propia compañía de teatro. Nos dejó también una colección de sonetos y algunas poesías largas. Dicen que escribía comedias fácilmente, que la tragedia fue un género que tuvo que conquistar con esfuerzo, y que sin embargo prefería ser recordado por sus poemas “Venus y Adonis”, “La violación de Lucrecia”, etc.

Su mayor logro no fueron las tramas de sus obras, saqueos de la tradición o de Plutarco. Su mayor logro fue la creación de personajes “libres creadores de sí mismos”. Comenzando quizá con el bastardo Faulconbridge, tenemos a Falstaff y al príncipe Hal, Shylock, Rosalinda, Violeta, los Macbeth, Lear, Cordelia y Edmundo, Otelo y Iago, y sobre todo Hamlet. Un personaje tan grande que monopoliza la obra en la que aparece. Tan grande que da la sensación de poder escribir alguna de las obras del propio Shakespeare.

En próximos blogs me centraré en tres de sus obras: El Rey Lear, Macbeth y Hamlet. La elección es personal: prefiero sus tragedias a sus comedias porque se recuerda mejor lo doloroso que lo feliz, elijo ésas en concreto porque son para mi poco menos que una obsesión.


“Palabras, palabras, palabras” Pero busquemos siempre las mejores.


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